martes, 30 de octubre de 2007

ROMANCES (II)


Nueva entrega de los romances de Juan Segundo Díaz Nuñez, que a igual que los anteriores están referidos a "este nuestro Reino de Antequera y a S.M. el Rey Ricardo.




ROMANCE XXI


En el que se hace una disquisición sobre lo que puede pasar dentro de pocas fechas y se advierte a los aspirantes a gobernantes del peligro de la fábula de los podencos.


Hay un sistema moderno
de convencer a la gleba
y de dirigir su voto,
y eso se llama “la encuesta”.
Sin querer ser agoreros
ni malpensados siquiera
existe la tentación
de marear las tendencias;
que se manipulan, vaya,
que depende de quien sea
se le baila un concejal
a la derecha o a la izquierda
y el Rey sigue tranquilo
sentado en su camareta.
Pregunto yo: ¿cuál te crees
la más lejos o más cerca?
porque sin que varíen mucho
hay gente a la que afecta
que en uno más o uno menos
puede estar lo que interesa.
Los que mandan en el Reino,
los que en el Reino gobiernan,
ponen todo su interés
en que haya suficiencia
de votos más que sobrada
para asfaltar “Carigüelas”
y hacer hoyos por doquier
como si un gruyere fuera
cualquier terreno cercano
que esté a un tiro de piedra,
¿si tan seguros están
de esa magna suficiencia
por qué los conejos suben
un puesto en la lista esa?
¿será que no están seguros
de lograr esa amplia fuerza?
Pero pensando, pensando,
los otros de la derecha
quieren quitar ese Rey
y poner ellos su Reina
que se sabe que en un juego
es muy codiciada pieza
y más amplios movimientos
tiene encima de la mesa
que tiene cuadrados negros
que con los blancos alternan,
pero quedan por debajo
y no llegan a la “oncena”
que mágica cifra es
para este, aquel o aquella
que sean demostrativos
y gobiernen Antequera.
Pero pudiera ocurrir
que las urnas sorprendieran
mientras juegan la partida
de ajedrez sobre la mesa,
al Rey y a la Reina a la vez
y se colara una fuerza
que es aire fresco y que huele
cual la propia primavera
y que dicen que además
sí que es de verdad de izquierdas
y que une sus esfuerzos
con un sol en la cabeza,
encima de la I y la U
y que es garantía entera.






ROMANCE XXII


Donde se asiste a una serie de tribulaciones que hace el Rey Ricardo, una vez sabidos y conocidos los resultado que arrojaron las urnas.

¡Ay de mí. Ay infelice!
Así el Rey se quejaba
pensando en sus pensamientos
que repensaba y pensaba
¡Será ingrato este pueblo
y será esta gente ingrata
que no aprecian lo que he hecho
mientras ellos en su casa
le hacen sangre al sofá
pues a la pata la llana
se tiran horas enteras
y luego en las urnas, nada!
¡Que no he sacao mayoría!
y que estoy entre la espada
y la pared retrincado,
que lo del conejo es trampa
vil y salió por los pelos:
si llega a ser de plomada
un tiro, los pelos salen
saltando esa madrugada
¿Y ahora qué es lo que hago?
¿con quién me meto en la cama?
¿con esos que son de izquierdas,
con la neófita PABA
o gobierno en solitario?
¡Ay qué dudas me asaltan!
¿Pues no era mayoría
lo que las encuestas daban?
Por qué habrá votaciones
si las encuestas son válidas
¡qué manía; a las urnas
acudir en desbandada
a votar en contra mía
y meter por esa raja
papelitos que me arrojan
de mi mayoría sobrada!
Y heme aquí, en esta duda
me paso las madrugadas.
Como pacte con los rojos
esos tiran de la manta
y me dejan en pelotas
con el PGOU a la espalda.
Con quien no puedo pactar
es con esos de la PABA
porque me han dicho unas cosas
que se clavan en el alma,
y además se reirían
y sería broma insana
decir que he puesto un corral
con el conejo y la PABA,
que tiene muy mala leche
esta gente antequerana
¿Y si hacen tripartito
y me mandan a mi casa?
¿Qué será del aeropuerto,
qué de las cosas pactadas
con la gente de dineros
que esa misma noche mala
estuvieron reunidos
por allí, por la Calzada?
Me estarían poniendo verde
cual una vil ensalada.
Cuando empiecen a venir
en fila desordenada
y “¿qué hay de lo mío?” preguntan
se me va a poner la cara
de toditos los colores,
y de los colores pasa
a quedarme cara tonto
y perdida la mirada.






ROMANCE XXIII


En el que se refieren cábalas, fórmulas, quinielas, elucubraciones varias del Rey Ricardo y se hace distinción entre lo que mandan el corazón y el sentido común que dicen, es el menos común de los sentidos.


¡Dios mío vaya mes llevo!
¡Hay Dios que mesecito!
Después que se abrieran las urnas
y acabándose el domingo
sentí una punzada honda
aquí, entre cuarto y el quinto
hueco intercostillar,
y yo creo que es debido
a no tener mayoría
y eso es molesto, digo
que no puedo gobernar
como si fuera un cortijo
el ayuntamiento nuestro
que yo creí que era mío.
Y ahora tener que pactar
con estos que son infinito
mucho peores que yo,
y aunque se crean más listos
yo los supero en largura
de cabeza y de instinto.
Y menos mal que hay algunos
que, fieles a sus principios
no pactan con la derecha,
que si hicieran tripartito
con el PABA suman once
y me echan de mi sitio.
Hablando de todo un poco
¿y por qué no un tripartito?
pero hecho conmigo solo.
Hecho sólo conmigo
y así yo puedo matar
a dos pájaros de un tiro;
de un lado está la derecha,
que se quedaría en el limbo
de la soledad absoluta,
en el desierto maldito
de la oposición cansina;
de otro, si al PABA guiño
y meto en la misma bolsa
al PABA y a esos tres chicos
de Izquierda Unida, yo creo
que así los tengo cogidos
por esa parte que duele,
o sea, por los “güevecillos”,
porque yo salvo la cara
delante de mi partido
diciendo que he pactado
con los que ellos me han dicho,
luego saco con el otro
aquellos temas malditos
que no quieren los de izquierdas,
porque dicen los ladinos
que yo me pego al dinero
y de los pobres me olvido,
¡como si once campos de hoyos
y el mismo aeropuerto sito
en la mitad de La Vega
fuera un máximo delito!
Es que no tienen ni idea
de lo que es negocio fino
y no están acostumbrados
a comer con señoritos,
porque son de clase baja
y estuvieron desde chicos
en las escuelas normales
y yo estuve en “Los Olivos”.






ROMANCE XXIV


En el que se cuenta la muy ilustrativa fábula del conejo y de un ave que quiso imitarle. Primeras impresiones que seguirán más adelante, si los hados nos son favorables.


Es cosa harto sabida,
ocurre en los animales
que se suelen imitar
por parecer más iguales.
Mímesis llaman algunos
a estos sucesos tales
que suelen hacer los simios
y que son muy semejantes
a los mismos hombres puros
mal llamados homo sapiens.
Siguiendo con lo de arriba,
perdonando a los de antes,
cuando al olor de la miel
acuden seres volantes,
los que andan con las patas,
huelen y van al estante
donde se ponga ese líquido
que debe muy bien guardarse,
puesto que es tan goloso
y tiene atracción tan grande
sobre animales y propios,
propiamente los andantes,
que relamen sus hocicos
con lengua serpenteante,
cuando un bocado tan dulce
se pone a tiro flagrante.
Las cosas son como son,
como dicen jerifaltes
y sabios doctos antiguos,
gente buena y bien pensante;
saben que cuesta trabajo,
y mucho, tener que aguantarse
cuando algo apetitoso
te lo ponen por delante.
Y ocurrió que aquel conejo
con las sus tripas sonantes
fue y divisó aquel manjar
y no supo retrasarse
a los sus instintos básicos
que le pedían adelante
seguir, y gozar de aquello
que de la mano al alcance
le ofrecía gustoso el Rey
de aquel país delirante.
Observolo otro animal,
gallinácea ululante
que suele por Navidad
coger los mosqueos grandes,
y viendo que a aquel conejo
le salió bien arrimarse
a lo que el Rey le propuso,
sin dudarlo ni un instante,
al mínimo gesto hecho,
decidió mimetizarse
con la actitud del conejo
y seguir itinerante
y fiel el rastro goloso.
“Si el conejo está exultante
-pensaba aquella ave impávida-
¿quién no te dice que antes
de que suenen panderetas,
mantecados y endulzantes
cosas que se dan por Pascuas
me monte yo en el pescante?”
Así pensaba aquel ave,
así estaba rebosante
de alegría y de salud.
La fábula seguirá adelante.






ROMANCE XXV
En el que se concluye la fábula del conejo y de ese ave que quiere colarse en el palacio.

Habíamos dejado al ave
haciendo cuentas, pensando
si la propuesta del Rey
es real o un farolazo
que se tirado este tío
para tenerme trincado
¿Qué andará el Rey diciendo?
¿Qué pensará Él entretanto?
Si pudiéramos entrar
por los muros de palacio
y nuestras orejas fueran
las del conejo adoptado,
oiríamos las frases
que el Rey está pronunciando
delante de ese Espejito,
para Él Espejo Mágico:
-Dime tú, Espejito mío,
si el ave entra en palacio
y se pone a defecar
por los pasillos de mármol,
que aunque no sea de Carrara
es rojo Torcal del caro,
nos llena de porquería
el sitio tan arreglado
que hemos puesto en esta calle
del Infante Don Fernando.
Y le responde el Espejo:
Rey Ricardo, Rey Ricardo;
el ave no es cualquier ave,
es un elemento, un pájaro
que nos dejará sin pienso
si se mete en el palacio.
Ten cuidado con el bicho,
anda siempre con cuidado,
camélala poco a poco,
no le des desplantes raros
que no sé que ha de pasar
si se te escapa volando
y al loro con esta ave;
por el huevo que te ha dado
arriba, en Santa María
no vayas a estar pensando
que te da el nidal entero
aunque lo estés deseando.
Además, ahora tú tienes
bien asida por el mango
la sartén de tus caprichos,
así que vete pensando
en echarla en la sartén
y aderezarla un poquito
de azúcar, canela y clavo,
y en cuanto haya un descuido
¡zas! Nos la merendamos.
El ave está mosqueada
cual pandereta escuchando,
y piensa si el puto huevo
que en Santa María ha dado
será obsequio suficiente
para entrar en el palacio.
Y como es cuestión frecuente
en las fábulas pensando,
hacer una moraleja
cuando se va terminando,
ahí va la que aquí se sigue
“Si por agradar al Rey
un huevo le has obsequiado,
mira bien dónde lo pones
cuando cierren de un portazo.”






ROMANCE XXVI
En el que se refiere la fabulosa fabulación fabulada por un nuevo fabulador

Hubo en el reino personas
que tuvieron posaderas
puestas en los asientos
del reino de las quimeras.
El reino se había formado,
y aquella gente de fuera
quería tener un asiento
como antes lo tuviera,
ahora han lanzado una carta,
una misiva cualquiera,
por querer seguir estando
como ha tiempo que estuvieran:
¡Qué de cosas han pasado
en la ciudad de Antequera!
Resulta que aquí la gente
ya ni siquiera se acuerda
de aquellos que saludamos
siempre con la mano abierta.
Y eso yo, aquí en mi refugio,
administrando miserias
me lo como yo solito,
solito, como si fuera
una luz en el vacío,
una queja, una quimera,
un sinvivir para mí,
un sinvivir pa cualquiera;
y por eso yo me lanzo
a decir “si yo estuviera
el Rey, Rey no sería
ni tampoco habría Reina,
porque con mis pocos deudos,
esos que a mí me profesan
amor, el tres y pico
ni al cuatro por ciento llegan,
yo sería el adalid
que necesita esta tierra,
porque deben pleitesía;
la bofetada completa
que me han dado en este año
no ha sido en la cara mesma,
yo creo que me la han dado
en las mesmas posaderas.
Y yo analizo y explico
y me gasto las seseras
en decir que lo de ahora
no lo quería Antequera
¿Cómo van a gobernar
en ese palacio fieras
de ese color encarnado
y dejarme a mí en la puerta?
Lo justo hubiera sido
que de allí, de Villanueva
hubieran llovido votos
y así, al punto, estuviera
sentado en esos sillones
a que el cariño me aferra.
Pero no ¡Ay de mí!
Sin mí, sin la mano abierta
¿qué designios tomará
este reino y las sus tierras?
Metido yo a politólogo,
a sociólogo, que espera
tener reconocimiento
del reino y de las afueras”.






ROMANCE XXVII

En el que se hacen advertencias a las acomodaticias formas y a las incómodas subidas desde el Hoyo del Café con Leche.

El reino ya está tranquilo
y aún quizá prolifera
en seguir haciendo cosas
como si el Rey estuviera
reinando solo, solito,
con la su mesa cubierta
con cubiertos de sus deudos,
como si nada estuviera
en contra de sus pensadas
de las cosas que se encierran
dentro de las paredes
aladrilladas e inciertas.
Quizá fuera buena cosa
(quizá una cosa incierta)
hacerle creer al Rey
que puede haber una Reina;
en esto del ajedrez
ya se sabe, es cosa cierta
que si se pierde un alfil
puede haber una otra pieza
que interese al enemigo
jugando en la misma mesa.
De todas formas, ahora
que estamos cerca de fiestas,
dejemos pasar el tiempo
hasta que pase la feria,
y después de los festejos
en los que el pueblo se alegra
por tener PAN ET CIRCENSES,
aunque me falten dos letras,
en los jardines del Mapa
pa pedir rabo y orejas,
y además subir después
esa sufridita cuesta
que se cima resoplando
como si un ocho mil fuera,
porque no existen cojones
de que algún bus estuviera
esperando a los que suben,
¡coño! Que es una empresa
el subir la cuestecita;
la que asciende hasta la mesma
punta de Los Colegiales
donde se imparte docencia.
Decencia es lo que falta
y no palacios de ferias,
sino ferias asequibles
aunque sea sin Carrera;
¡cojones! que tiene un huevo
y medio más si se empeña
el subir la cuestecita
del Café con Leche entera,
entera por el camino,
no por mantener la dieta,
que ha de ser desnatada
pa mantener la silueta.
En fin, dejemos al margen
la cuestión de la apariencia
y si hay que comer algo
pa que la gente nos crea
que no sean los marrones
del Rey y su corte entera;
que se note que en palacio,
el de la calle la Tercia
o la del de Don Fernando
algo ha cambiado, ¡puñeta!,
aunque después en los toros
medias noches y aún enteras
comamos al terminar
esa tercera faena.






ROMANCE XXVIII

En el que se hacen disquisiciones y elucubraciones varias, sobre lo que fue la cultura en esta tierra, llena de barroquisidades, protegida hasta el extremo de creer que la Cultura siempre velaría por nuestras vidas, pobres vidas.


Cuando un Reino se presume
de ser antiguo y señuela
de sostener los sus siglos
reflejados en sus piedras,
no ha de poner los hierros
en las paredes cubiertas
por lápidas centenarias;
eso no ha de ser ¡puñeta!
Aunque allí sí se conjuren
todas las fuerzas completas
para decir que este blues
y sus imágenes puestas
han de taladrar paredes
para mostrar excelencias
de cámaras instantáneas,
geniales fotos muy quietas,
y dicen que la quietud
de los siglos de las piedras
tienen que estar allí heridas
por hierros, que con fijeza
ponen allí los retratos
de un retratista cualquiera
¡No ha de ser, no ha de ser!
porque si aquí en otra era
se puso esmero y orgullo
en que ni enfermedad fuera
tener piedras del riñón
¿qué cosa que era eterna
ha cambiado en esta vida?
¿qué designios nos esperan?
Es verdad que nadie sabe
si en décadas venideras
dirán si se puén meter
hierros dentro la iglesia,
allí, en las sus columnas,
en aquellas barroqueras
cosas que desde el suelo
suben hasta las inmensas
bóvedas que cubren todo,
todo, hasta las vergüenzas.
Vergüenzas han de sentir
los que en el Reino gobiernan
por sentirse cuestionados
por un Defensor que piensa
que está mal, y fatal hecho
lo de las Escaleruelas,
Carigüelas llama el pueblo
a esa ensenada perfecta
¿Qué pasa, que en este Reino
que protegido estuviera
puede caber casi todo,
hasta denuncias de fuera?
Váyanse a tomar por donde,
por allí, por donde quieran,
que es bueno poner el culo
de cara a las Carigüelas,
porque es bueno que si a uno
le aprietan las cagaleras
le pongan algún cemento
para contener la mierda,
esa que nos salpica
desde allí hasta La Vega.






ROMANCE XXIX

En el que , quizás por falta de inspiración, o por salir del paso, se hacen conjeturas varias sobre el verano, las noticias del verano y el verano sin noticias.


Ahora que estamos en tiempo,
ese que llaman estío
esos cultos y finolis
que pasean su vestido
o desnudo cuerpo humano
de mocitas y mocitos
por playas, piscinas, lagos
o mismamente charquitos,
ahora, pienso, no es el tiempo
de sacar esos instintos
que remueven las entrañas
que nos ocupan contino.
Es bueno dejar pasar
el tiempo trituradito
cual hacen las manecillas
de ese reloj infinito
que ahora mismo tengo enfrente
con ese tic-tac cansino.
Ahora no tengo ganas,
ni una sola ahora mismo,
de decir que si Fulano,
o que quizás Fulanito
es un hijo de su madre,
porque a lo mejor su primo
es un hijo de su tía
que es la mujer de su tío.
Digo que ha de pasar
este verano sucinto
y que después en septiembre,
como el Dúo Dinamico
(y perdón por el acento
porque es que entonces no rimo)
dijo en aquella canción
que cantamos cuando chicos.
En este verano entonces
¿Qué ha pasado, qué ha ocurrido?
No ha salido la Obregón
tan ligera de trapitos
(¡con lo bien que le sentaba
el bikini a su tipito!)
Este verano se antoja
una mijita aburrido
sin esa Venus saliendo
del fondo de los abismos
de ese mar que está nervioso
porque aún no ha recibido
la visita acostumbrada
de lo que dentro del mismo
bikini de la Obregón
salaba la costa entera
con bacalao exclusivo.
Pero ha saltado la alarma
en este mar romanísimo
que llamaron Mare Nostrum,
al que quizás los Fenicios
le hubieran puesto otro nombre;
pues ahí ha saltado, digo
una noticia tan grande
que no me ha dejado dormido
ni en siestas ni en madrugadas,
y es que el bikini regino
de Letizia en La Cabrera
ha cabreado muchísimo
a los ambientes monárquicos
porque azul, cual el mar mismo
dicen que tienen la sangre
como si fuera un bolígrafo,
y es que la tinta se borra
con el republicanismo.



ROMANCE XXX

En el que se conjetura sobre declaraciones aparecidas en los medios, medias palabras dichas, aseveraciones enteras, bajadas de pantalones, altas, altas previsiones de dineros y otras prendas.

Son las cosas de los pueblos,
los pueblos son buena gente,
aunque haya uno entre ellos
que sea un impertinente.
Cuando habla el Rey Ricardo
¿por qué el personal no entiende
que es convulsivo embustero
para lograr su perenne
sillón el de los espejos,
ese por el que pierde
eso que hay que tener
cuando el hombre se divierte
vistiéndose por los pies?
¿Y por qué pone ese mes,
ya sea octubre o diciembre,
para pactar con la hembra
de ese animal que teme
que le toquen panderetas
si es posible que haya nieve?
¿Por qué será así la cosa?
¿Será que el P.G.O.U. viene
y es más fácil acordarlo
con la gente de la R.E.N.F.E.?
¡Eso será imposible
si se recuerda y se tiene
bien fijo en esa memoria
lo que dijeron en breve
ahí por esa campaña
hace na más que unos meses!
Pero la memoria es flaca,
delgadita si se quiere
y en Palacio los asuntos
se olvidan si eso conviene.
¿Que estos ya no me interesan,
que este animal que quiere
ulular por los despachos
es el que me gusta? Quede
pues esa cosita tierna
y que conmigo gobierne
el que no me pide nada,
el que lo que yo diga asiente
porque, a ver, ¿por qué se dice
que es un amigo imponente
el que exige ciertas cosas?
¿Y no será que el que viene
dirá “sí Ricardo” a todo
y cuando llegue septiembre
nos repartimos La Vega
y también lo que se tercie
con esos nuestros amigos
que convidan casi siempre?
Las cosas de este Palacio,
las cosas que aquí se leen
son para escribir un libro
porque tienen “perendengue”
¿Qué dirán ahora los barrios
y los anejos, por ende
cuando salían a la calle
a poner al alcalde verde?
¿Saldrán otra vez gritando
que quieren agua y es este
el tío que no la da
porque a él no le conviene?
Será cosa de esperar
hasta que pasen los meses
si ese carnet tan antiguo
que se dice que se tiene
se sienta con la alcaldía
y Bobadilla es consciente.



ROMANCE XXXI

En el que se habla de cifras, dimes y diretes sobre lo que conviene o no conviene decir y cifrar en cada momento, dependiendo de lo que a uno le convenga, y de lo que la gente opina del afamado carrusel de apertura de la feria.

Al terminarse las fiestas
y concluirse los actos
es hora de hacer recuento
o contar un cuento malo.
Aquí ha venido más gente
que la que hay en Palacio,
alrededores cercanos,
luengas leguas en redondo,
y aún sitios más lejanos
¿Son quinientos mil seguro
los que por aquí han pasado?
Pelín largo me parece,
un número exagerado,
porque echando, echando cuentas
por los días que han durado
los fastos de nuestra villa,
se supone que han estado
cada día unos cien mil
y eso parece muy largo;
vamos, que no me lo creo,
vaya, que no me lo trago
¿En qué se basará el Rey
para lanzar tan tamaño
embuste a sus pobres gentes,
esforzados ciudadanos?
Nos ha pillao a fin de mes
y terminando el verano
y estábamos tos más tiesos
que eso que viene bajando
tras explotar el cohete,
la varilla, que es de palo.
Y ya que estamos de cuentas
y pues de cuentas hablando
¿Cuánta habrá sido la gente
que salieron paseando
sus pancartas contra el AVE?
(no esa ave de Palacio
de la que hablo a menudo,
sino del AVE que quieren
que entre aquí soterrado)
¿Será ahí tan generoso
y espléndido el Rey Ricardo
o serían catorce o quince,
o dieciocho a lo máximo?
Aquí se ve claramente
que las cifras se van dando
según le conviene a uno
y no las reales, claro.
Y ya volviendo al principio,
al principio de los fastos
me han dicho que el carrusel
fue algo menos que mediano,
vaya, que fue una vergüenza,
una caca que no ha estado
a la altura de este pueblo
que trae toreros caros,
famosos del papel couché
y luego ante los astados
hacen lo que las vacas
cuando están en medio el campo;
se descomponen de vientre
y por detrás van echando
eso en un sitio que ahora
es mejor que ni nombrarlo.
Y la semana que viene
Habrá que seguir rimando.



ROMANCE XXXII

En el que se advierte de las promesas, que por extraordinarias, pueden parecer falsas, aunque el común de la gente desearía que fueran verdaderas.

Dice la gente de siempre
que entre el suelo y el cielo
tiene que haber un cachito
que sirva para consuelo
y resguardo de la gente
cuando llega el frío invierno;
o el caluroso verano,
que cuando aprieta el Lorenzo
deja caer por los poros
ese zumaquito espeso
que riega frente y mejillas
y aún lugares más pudendos.
O sea, que a fin de cuentas
es bueno tener un techo
donde poder resguardarse
los hijos, padres y abuelos.
Pero claro, en esta era,
quiero decir, esto tiempos,
tener donde resguardarse,
o sea, debajo de un techo,
pues cuesta más de un riñón
(algunos dicen un huevo
y la mitad de su hermano
que está a su ladito quieto)
vaya que tener un caho
entre la tierra y el cielo
y que sea propio, propio,
ahora mismo es un enredo
que no le está permitido,
ya sea rubio o moreno,
a cualquier mujer u hombre
aunque se gane su sueldo.
Es por eso que las gentes,
las que entienden de gobierno,
dicen que van a poner
pisos a muy bajo precio,
claro, que en plan de alquiler,
no pa tenerlo, tenerlo,
y han puesto de condición,
vaya, por poner un precio
que no se pueden ganar,
ya sea elementa o elemento,
ni un duro, ni un céntimo más,
de los mil trescientos euros,
o sea, una porquería,
vaya, una caca de sueldo.
Bueno, pues si se puede
alquilar un lugarejo
pa todo el que gane poco,
o sea que gane menos
que esa porquería que he dicho
de tres mil y pico euros,
van a salir los pisos
como salen los conejos
de la mágica chistera
de cualquier mago embustero,
y la verdad que no está
la cosa pa muchos cuentos
¿De dónde van a sacar
tantos pisos para arriendo?
Cuando vengan a ponerle
a banderita en el techo
a los pisos que construyan
nuestros hijos son abuelos.
No es por desconfianza
pero yo no me lo creo,
así que ojito al parche
porque se avecinan tiempos
en que se prometen bueyes
y te quedan los pellejos.



ROMANCE XXXIII

En el que se explica o se intenta justificar el porqué de alguno de los temas elegidos, dejando claro que el estío o el sobrino no son buenas épocas para la composición, sobre todo si se está alejado del lugar.

Retiro medio estival
y medio costasoleño
porque se está en la otra parte
y no en la que están entre hierros
o sea, al lao del Rincón
juntito con los caleños.
Allí, sentao en la terraza
y comiéndome un espeto
junto a un pulpito frito
con salmonetitos buenos
y cayéndome gotitas
de esas que caen del cielo,
porque empezaba a llover
y es ciencia de los abuelos
que te mojas cuando caen
esas gotitas, que luego
sólo te joden un poco
porque escampa al poco tiempo,
pero te dan la comida,
y sin sobremesa luego,
ni patxarán, ni un wiskito
y ni siquiera, siestero,
ni un polvete mal nombrado
¡Dios mío, que asco de tiempo!
Pero a lo que yo venía,
aparte de ese cabreo
de no mojar por mojado,
con el pinganillo tieso
que se llama de otra forma;
son auriculares, creo,
pues por ese pinganillo
(y no por otro, que pienso
que pensarían algunos)
por ese oí en efecto
que se le arreglan los dientes
a niños y quiceañeros
¡A buenas horas!, me dije,
¡ahora que ya estoy inmerso
en los cinquentaydos largos
y me está costando un huevo!
Que la sonrisa de un niño
vale más que el universo
¿Quién lo duda? Eso no
no protesto yo por eso,
sino que si la salud
tiene que ver con el mesmo
estado que tien los piños,
si es científico en efeto
¿por qué me cuesta un riñón
y además el otro huevo?
¿que han de reír los niños?
que se rían, por supuesto,
pero creo que no es risible
el que cualquier ministrejo
se le encienda la bombilla
y diga “pues ahora esto”-
Y a lo ha avisado Solbes
con su sabido gracejo,
que Chiquito La Calzá
está mosqueao por eso.
“aquí no se quitan caries
porque no puedo, no puedo,
que es que he mirao en la caja
y no me queda ni un céntimo.”
No se puede confiar
en magos filibusteros
que te dicen no a la OTAN
y nos metieron enteros.



ROMANCE XXXIV

En el que se inicia una fábula de un hombre que rompíase la cabeza haciendo cuentas para desbancar al Rey, poner una Reina en su sitio usando las matemáticas, para la buena marcha del Reino. (Parte primera)

En los Reinos, es sabido,
anda la gente llorando
por encontrar un resquicio
para entrar en el Palacio.
No siendo cuestión del Rey
porque anda despistado,
la gente es la que decide,
a la sazón: pueblo llano,
gentes de bien y de orden
que viven de su trabajo
y que con su voz deciden
los que en el salón tan largo
han de ocupar los sillones
de ese concejo sagrado,
y como son veintiuno
y no otro número exacto,
pues esos son los que hay
y no más, eso está claro
¿Qué se pueden hacer cuentas?
¡Quién lo duda! Yo las hago
como hacen los demás
las suyas, y van contando
uno a uno los sillones,
y van sumando y restando,
porque de los sitios, once
suman más, y es demostrado
por las propias matemáticas,
que diez o menos sentados
¿Qué se hacen combinaciones?
se puede, no hay que negarlo;
si se suman tres y uno,
mas siete que van llegando,
hacen once, aunque a los otros
se le quede cara palo.
Pero también puede ser
que diez y tres, por contarlo,
sumen más que siete y uno
en el mejor de los casos.
En fin que con veintiuno
está lleno y completado
del Reino este concejo
no bien siempre aconsejado.
Ahora bien; puede pasar
que diez y uno sumando
deje a este Rey en su sitio
y con su bastón de mando,
y todo aquello que dijo
ese único sumado
en pelillos a la mar
se quede el discurso ahogado
¿Y qué dirán esos luego,
los que por ahí van graznando
que le dicen las verdades
a la cara al Rey Ricardo?
¡Qué dilema para el hombre
que crea que ese amado
jefe que suma el once
se entregue a los pies temblando
del Rey, en esa su casa,
su suntuoso palacio!
¿Qué será de los llaveros,
no de los que van colgado
por fuera del pantalón,
sino de aquellos que antaño
hacían llaves pa comer
y ahora mismo están pensando
en utilizar la llave
para entrar en el palacio?
Aquí seguirá esta fábula
a lo más tardar el sábado.



ROMANCE XXXV

Donde se concluye la fábula siete días atrás iniciada y se da noticia de las cuitas que atribulan a un sujeto, que queriendo volar alto, las quintillas finales concluyen que se quedó en el ocaso... que no es mala compañía y presta buenos servicios.

Y retomamos la fábula
que inconclusa estaba el sábado
donde se hablaban las cuitas
de ese llavero frustrado,
por mor del su caballero
que, sumiso al Rey Ricardo,
le ha otorgado sus favores
en los lugares sagrados,
esos que están justo enfrente
del Mesón del Escribano,
en donde humean las carnes
que penetran el olfato
de las jadeantes gentes
que suben allá a lo alto
a contemplar los paisajes
que a lo lejos van quedando
¿Qué será, pues, de este hombre
que idolatra a su afamado
jefe de filas confusas
si le ha dado el esquinazo?
¿Tendrá evacuaciones líquidas
y su papel, ya manchado
de esa cosa maloliente
que se suelta por el lado,
ese que según dicen,
donde la espalda su honrado
nombre pierde por humilde
y se queda en culo raso?
¿Pedirá además perdón
a la gente, al pueblo llano,
que creyeron reyezuelo
al que no llegó ni a cabo?
“Cosas veredes, mi amigo
-decía Don Quijote a Sancho-
que harán fablar las paredes.”
Y nos quedamos tan panchos.
De aquí palante, la fábula
antes de ir terminando
irá en quintillas de cinco
versitos que van rimando:

La gente que de ti sabe
sabe que derecho andando
no has ido, sino una tarde
que te creías con las aves
y estabas en el ocaso.

Si caíste de una lista
que a las personas hablando
dijo que los comunistas
son una gente entreguista,
estabas en el ocaso.

Y si a Ricardo Primero
odias, como es demostrado,
díselo tú el primero
o ese tu jefe altanero,
porque estás en el ocaso

Y si a ese Juan Tercero
criticas por ir rimando
lo que cualquier chaquetero
hace por el dinero,
es que estás en el ocaso.

Y si los cantamañanas
te caen mal, digo acaso,
mírate tú en la ventana
y si te ves reflejado,
es que estás en el ocaso.



ROMANCE XXXVI

En el que se llama la atención sobre aquella gente que se dice una cosa y se confiesa la contraria. Gente republicana que quiere seguir siendo monárquica y donde se acuña el término Repumonarcano y se da noticia de una O.N.G. recién creada.

Se ha suscitado en el Reino
y allende las sus fronteras,
si es la gente de a pie
la que su Reino gobierna.
Y pareciendo la cosa
muy clara de entendederas,
que la gente con su voto
pone en los sitios que quiera
a quien sea su gobernante,
parece que no es tan cierta
¿ Y Cómo habrán de llamarse
esos que van y se acuerdan
del republicano abuelo
sólo cuando le interesa?
REPUMONARCANOS son
seguro la gente esa
que con la boquita chica
la República tercera
quieren y odian a la vez
cual si una querida fuera,
y unen su voz en el coro
juntito con la derecha
y esa ululante voz
que no se sabe qué sea;
si algún ave de corral
o gaviota de derechas.
Y al cabo ¿qué dirá el Rey,
Ricardo pa que me entiendan,
teniendo él sangre azul
cual bolígrafo cualquiera?
No la República, no
aunque sea la tercera,
porque aunque su partido
republicanito sea,
echa un pasito patrás
y quieren que las raleas
de la Real Casa prolonguen
su estirpe, hasta las postreras
jornadas de las centurias
que han de venir, venideras
¡REPUMONARCANOS míos,
chavalines que de izquierdas
decís que sois desde siempre
y al Monarca, postraderas
ponéis las vuestras rodillas
y le alabáis sus quimeras!
¡Volved la mirada atrás,
salid de las madrigueras
y confesad de una vez
quién luchó por la bandera
tricolor, que es muy hermosa
y estuvo en nuestras trincheras!
O a lo mejor es mejor,
será la cosa más cierta,
que os declaréis monárquicos
y que una O.N.G. nueva
se funde y sea C.S.F.
Caraduras Sin Fronteras.




ROMANCE XXXVII

En el que se cuenta una historia futurista e imposible vista desde unos quinientos años, o más, de atrás hacia delante y se da noticia de un funesto invento.

Están tan lejos las piedras,
tan lejos los siglos estos
de aquellos que han de venir
en que locuelos inventos
turben la paz de los hombres
y entontezcan su cerebro.
Yo hablo desde las almenas
de este castillo que han puesto
en este sitio los moros,
aunque después algún techo
le hayan puesto los cristianos
por medio de un reyezuelo
y le llaman chapitel
que es lenguaje más moderno.
Bueno, pues aún más allá
y más lejano en el tiempo,
el hombre va a concebir
diabólicos inventos
según me dice este mago
que contratado yo tengo
pa que adivine el futuro.
Dice que pasará esto:
Igual que todas las calles
se conectan por el suelo,
igual que todos los ríos,
se entiende los pequeñuelos,
van corriendo a otro más grande,
mucho mayor y más grueso,
igual, lo mismo, igualito
cuando pasen unos cientos
de años y algunos más,
por medio de cables puestos
al lado de las paredes,
se conectarán los pueblos,
y se llamará internet
y estaremos boquiabiertos.
Allí se podrán colgar
cual calcetín sin remiendos,
anuncios e imágenes varias
pa que los vean inquietos
cienes y cienes de gentes
en unos aparatejos
que son como una ventana
abierta a los cuatro vientos.
Y como el mago me dice
que mire en la bola, dentro,
me dice que va a pasar
lo mismo, pero sin cuentos,
que lo de la bola es
una trola que los nenos
se tragan, porque no quieren
estar más rato despiertos.
Pues por esa ventanita,
por ese aparato infesto,
aparece un castellano,
quizá del reino gallego,
que dice que hay que sacar
banderas en los eventos
que ensalcen el ardor patrio
y se queda tan compuesto.
Mas los estarán acusando
de moverle aquel su asiento
a un monarca, el que habrá
reinando en ese su reino.
Y esta pregunta asalta
a los pobres aldeanos
¡Ay Dios mío se habrá vuelto
republicano el Mariano.




ROMANCE XXXVIII

En el que se hacen apreciaciones sobre los nombres que designan a las personas y las suspicacias de ciertas personas.

El llamarse de una forma,
y no es cuestión baladí,
no ha de convertirse al cabo
en manera de sufrir.
De acuerdo que no es lo mismo,
y que ni siquiera así
lo pienso, el llamarse Arturo
o el llamarse Serafín,
pero quitados los casos
en que se pueda obstruir
lo que uno es o no es,
no hay que llevar hasta el fin
o hacer cuestiones de Estado,
que se pueda traducir
el nombre de una a otra lengua
y más si esta es afín,
pues el ser nacionalista
no significa oprimir
a aquel que no quiera serlo
simplemente, porque si
criticamos lo contrario
y al volver el calcetín
hacemos lo criticado,
puede parecer ruin;
la ley del embudo ese
que dice que para ti
es el tubo más estrecho
y el anchito para mí.
Y lo vimos la otra noche
una, dos veces, mil,
en la misma tele nuestra
que se ve también allí,
mas yo a mí me preguntaba
(sí, yo mismito a mí)
¿por qué ese hombre tan sabio
habla en román paladín
y no en catalán corrido?
¡Ah, inocente Juanín!
no ves que lo que interesa
es que se enteren diez mil
y no los primos y hermanos
y a lo más un vecinín .
¿Por qué ese afán entonces
de llamarse Josep Lluis
y cabrearse muy mucho
al llamarlo José Luis?
¡Joder con las suspicacias!
Dios mío que berrenchín
me ha pillado el diminuto
y avispado parlanchín
por traducirle su nombre
al castellano sutil,
porque si fuera a otra lengua
o a otro idioma más vil,
pero en la de Cervantes,
en la de Lope, y al fin
en la de Quevedo y Góngora.
Es marear la perdiz,
buscarle tres pies al gato,
como si fuera un misil
lanzado contra el honor
y juro que no es así.
Para que todos lo sepan
hago esta promesa aquí;
con los nombre y apellidos
que constan en el cuadril
de esta triste columnilla,
yo tiendo la mano ahí
y digo: “dame la mano,
la manita Pepeluí”.





ROMANCE XXXIX. Por Juan Segundo Díaz Núñez


En el que se da un repaso a la estabilidad del Reino y se habla futuriblemente de otro Reino más grande.



Ahora el Reino está tranquilo,

que pasaron esas fechas

en que aún no se sabía

quien era el Rey en esta tierra.

En el hermoso palacio,

en medio la calle Estepa,

enfrente del Mercadona

el Rey está en su banqueta

que estaba que sí, que no,

y se mantiene derecha

porque hay otras tres patas

que el que se caiga a tierra

no quieren, y eso está escrito,

firmado de puño y letra.

Pero pudiera pasar

(eso le pasa a cualquiera)

que se muden los quereres,

que cambie de impedimenta,

que le guste más el otro,

y que por cualquiera muestra

de desafecto amatorio

se vayan a hacer puñetas

lo que costó tanto y tanto,

y que otro gallo se meta

en corral tan codiciado

como es ese, que una puerta

tiene por el su costado

y otra que nunca está abierta

en la rúa principal

de este Reino de Antequera.

Pero fuera de este Reino,

más allá de Fuente Piedra,

y aún más allá de Osuna,

y aún más La Lantejuela,

vaya en el mismo Sevilla,

lo digo pa que me entiendan,

hay otro Reino más grande

y un Rey que tiene cabeza

para llevar la corona

desde hace más de una década,

y que quiere repetir

y seguir por esa senda

que le dejaran Borbolla

y el Breve Escuredo hecha,

mas Chaves, que tiene nombre

de una parte de peseta,

que "ochavo" era su nombre

por ser la moneda esta

como la Plaza Ochavada

de Archidona, la muy bella

y hermana ciudad de al lado,

Chaves, digo, se presenta

para ser de nuevo el Rey

de toda Al Andalus entera.

Y el su principal rival

al parecer es Arenas,

que a veces da una de cal

y la mayoría de tierra,

porque mira que salir

con la vulgar cantinela

de que el nuestro himno oficial

el de La Más Grande sea

y que a Los Puertos la Lola

se vaya por estas fechas.

Hay cosas más importantes

que coplas en esta tierra.



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